Las denominadas “listas negras” de medicamentos veterinarios, emitidas por el Servicio Federal para la Supervisión Veterinaria y Fitosanitaria de Rusia (Rosselkhoznadzor) con una frecuencia notoria en los últimos dos años, han vuelto a surgir este febrero, incluyendo a casi 80 productos registrados en Kazajistán. La reaparición de estas listas genera inquietudes y plantea diversas preguntas que merecen una atención detallada.

¿Qué consecuencias para el laboratorio tiene el hecho, de que su producto se incluya en una lista negra? 

Simplemente el laboratorio no podrá vender más este producto en Rusia, pero sí que puede seguir vendiendo los restos del producto que hayan cruzado la frontera rusa antes de la publicación de dicha lista.

¿Por qué se incluyen los productos en “black list” rusa? 

Estos medicamentos veterinarios no están registrados en Rusia, sino en otros países de la Unión Económica Euroasiática (UEEA), como Bielorrusia, Kazajistán o Armenia. Aprovechando la libre circulación de productos en todo el territorio de la UEEA, las empresas fabricantes de medicamentos veterinarios quieren evitar el proceso de registro largo y costoso en Rusia y van por la vía más fácil y barata. Obviamente, Rusia no está muy contenta al desviarse una parte de los registros a países adyacentes y toma las medidas para proteger su propio mercado. Es decir, cuando el laboratorio quiere registrar su medicamento en algún país de la UEEA y exportarlo a Rusia, siempre estará en juego la posibilidad de que prohíban la entrada de este medicamento al mercado ruso.

¿Cómo se eligen los productos para la lista negra? 

Aleatoriamente. En la lista están los medicamentos fabricados en diferentes países, sus registros en Kazajistán se formalizaron desde el 2015 hasta finales del 2019, la exportación a Rusia se realiza a través de distintos distribuidores. No se puede sacar ningún patrón fiable, que nos pueda predecir si este u otro producto corre riesgo de ser incluido en la lista negra.

¿España se ha librado de las listas negras rusas? 

No, incluso no es la primera vez que los fabricantes españoles sufren con esta prohibición de exportar a Rusia. Esta vez la mala suerte ha tocado a tres productos de 3 laboratorios españoles.

¿De algún modo se puede sacar el medicamento veterinario de “black list” rusa? 

Sí, pero hay que entender que es un proceso bastante largo y con costes económicos elevados. En primer lugar se recomienda considerar el volumen de ventas de este producto y la consiguiente necesidad de empezar el proceso de registro en Rusia, solicitar y pasar la inspección GMP rusa para obtener el certificado GMP para este producto.

Nuestra labor consiste en preparar a las empresas fabricantes de medicamentos veterinarios para la inspección GMP rusa, ofreciendo la pre-auditoría y el soporte técnico y consultoría durante varios meses, y también en realizar el servicio de traducción e interpretación español-ruso especializada durante la misma inspección oficial de Rusia.