Analizando mi experiencia en soporte de las auditorías GMP procedentes de Rusia, Kazajistán y Bielorrusia puedo decir que una buena comunicación entre el laboratorio y los inspectores es primordial. La farmacéutica puede tener todo en orden, pero si no es capaz de demostrarlo por medio de un traductor especializado en la materia, entonces su tasa de éxito se reduce en un tercio. En otras palabras, el traductor es como un abogado para el laboratorio que quiere rebatir las acusaciones del fiscal (auditoría o inspección GMP en nuestro caso) y demostrar su conformidad.